sábado, 20 de octubre de 2012

Dejemos que el alma trascienda...


Sin importar ni cómo ni por qué, estamos compuestos de espíritu, alma y finalmente cuerpo
 Que siempre lo ignoremos o tratemos de hacerlo, es otra cosa muy distinta al hecho de que esto no sea cierto. Pero sin embargo cuesta hallar la sincronía perfecta entre estos tres.
 ¿Por qué la sociedad insiste en solo mostrar cuerpo, piel, y  sexo…?  Somos más que simple estética…la gracia de no ser animales precisamente es que somos tan complejos que ni en una vida entera podríamos descifrar el por qué del por qué, y menos fundamentar la existencia del ser en el mismo ser.  Es maravilloso creer que este lapsus inconsciente e indescriptible, llamado “vida”, es un paréntesis ínfimo en medio de una larga cadena de sucesos que seguirán ocurriendo y que solo nuestra alma con su memoria almacenara, y con las emociones recordará,  para que luego el espíritu con su intuición lo cuide atesore y preserve.

  Que sutil…todo esto me hace creer que la muerte es; desnudarse ante el todo infinito que nos aguarda…para así seguir viviendo, para seguir existiendo, y amando…sacarse el cascaron hermoso compuesto por células, y dejarlo inerte, el despojo parece fantástico, distante y cercano a la vez.     

    Correr hacia lo desconocido, pero al mismo tiempo saber que nada malo sucederá, que no habrán palabras que nos hieran, ni cuchillos que nos corten la carne, por muy afilados que sean, que no habrá raza, color, ni sexo…y al fin seremos libres, libres de apariencia, libres de obrar…libres de amar a quien queramos, sin cuestionarse que pudo pasar antes, o que sucederá, libres de utopías porque simplemente no será necesario soñar…los sueños nos alcanzaran a nosotros, no nosotros a ellos.

Para que tocar fondo , acuñando solo ignorancia, si podemos volar alto solo abriendo los ojos hacia algo mas allá de lo evidente y objetivo…si la subjetividad es más sabrosa que cualquier duda, y más amable que cualquier verdad.

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